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LA NOVELA DE POSGUERRA

La novela española después de la Guerra Civil necesita comenzar de nuevo. De nada vale lo hecho con anterioridad, ya que las peculiares circunstancias en que se encuentra el país impide seguir las tendencias anteriores. Los novelistas de estos primeros años, por tanto, tendrán que buscar un nuevo camino, y ese hecho explica que nos encontremos en la década de los 40 con múltiples tendencias novelísticas:
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a. Novela triunfalista, que defiende las nuevas circunstancias políticas del país. Esta novela defiende los valores tradicionales (Dios, Patria, Familia) y justifica la Guerra Civil y sus consecuencias, culpando de las mismas al bando perdedor. Es lo que hace, por ejemplo, Agustín de Foxá en Madrid, de corte a checa.
b. Novela psicológica.- Se basa en el análisis del carácter y del comportamiento de los personajes desde unas técnicas tradicionales, es decir, realistas. Un autor importante será Ignacio Agustí con Mariona Rebull.
c. Novela poética.- Sigue la línea de las novelas líricas de Gabriel Miró, donde lo fundamental no era la historia narrada, sino el trabajo técnico y formal sobre la palabra.
d. Novela simbólica.- En esta tendencia nos encontraremos con novelas en las que los personajes funcionan como símbolos de ideas o conflictos. Sigue la línea, por tanto, de algunas novelas de Unamuno. Un autor significativo será José Antonio Zunzunegui.
e. Tremendismo.- Esta tendencia es iniciada por Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte en el año 1942. Son novelas que nos retratan un mundo y unos personajes dominados por la violencia y por la miseria.
f. Novela existencial.- Podríamos decir que se inicia con la novela Nada de Carmen Laforet en 1945, y continuada en 1948 por Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada y Gonzalo Torrente Ballester con Javier Mariño. Estas novelas reflejarán el tema de la angustia existencial, la tristeza y la frustración de las vidas cotidianas.
g. Junto a las tendencias anteriores nos encontraremos con autores y obras inclasificables, pero que obtuvieron mucho éxito en aquellos años: José Mª Gironella y Los cipreses creen en Dios, o Darío Fernández Flores y Lola, espejo oscuro.
Temáticamente, las novelas de este período girarán en torno a la amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y a frustración. Los personajes se adaptarán a estos temas, de forma que los protagonistas serán seres marginados socialmente (Pascual Duarte, en la novela de Cela, es un condenado a muerte), angustiados y desarraigados (la protagonista de Nada llega a Barcelona para estudiar y allí se encuentra fuera de su ambiente, insegura y triste).
Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución política, la falta de libertades...
Pero en ninguna de estas novelas encontraremos una crítica o denuncia directa. Para eso habrá que esperar a los años cincuenta.
Técnicamente, estas novelas se caracterizan por su sencillez y tradicionalidad:
.- Narración cronológica lineal.
.- Narrador en tercera persona (mayoritariamente).
.- Ausencia de saltos temporales.
PROSA DE POSGUERRA: LOS AÑOS 40
La década se inicia con el trauma de la Guerra Civil española (1936-1939). Aunque recientes investigaciones rescatan obras del período 1939-1942, la realidad es que éste último año supone un resurgir de nuestra narrativa, que conserva pocos nombres de la etapa anterior.

1.1.- Desde 1926 publicaba sus novelas el bilbaíno Juan Antonio Zunzunegui (1901-1982), admirador de la greguería.
El Chiplichandle (1940) narra "la vida de un pícaro de mi pueblo que yo conocí (...) sirviendo de proveedor de buques: Ship Chandlers", después de 1914.
¡Ay..., estos hijos! (1943), es una novela autobiográfica de infancia y juventud, de aventuras y ambientes marinos. Fue premio "Fastenrath" y motivo de una invitación a moderar lo ampuloso de su lenguaje.
Le siguen El barco de la muerte (1945), elogiada por "Azorín", y La quiebra (1947) de "El Crédito de la Unión Minera".
La úlcera (1949), es una novela de humor: don Lucas, indiano de Aldeaalta (Cantabria), es un filántropo a quien desconcierta su émulo Rodolfo, "el americano", inventor de un arpón eléctrico que termina con su vida. Lucas logra convivir con su úlcera, que cura el médico Pablo. Ocioso, Lucas muere, enfrentado al pueblo. Conclusión: "en la vida hay que ocuparse en algo, aunque sea con una úlcera".
Su novela Las ratas del barco (1950) cierra la década. El título, tomado del Cándido de Voltaire, alude a la indiferencia de Dios ante este drama de la Guerra Civil: Carmen, abandonada por Ismael, conoce al bondadoso Jacinto, dispuesto a casarse con ella. En Madrid, sus cuñados republicanos muestran su maldad: violada Ani, sobrina de Carmen, muere embarazada junto a otros familiares. Jacinto se suicida al encontrar a Carmen loca.
Se considera su mejor novela La vida como es (1954), historia naturalista de bajos fondos, de pícaros, como "el Cotufas", y delincuentes.
La temática y composición de Zunzunegui lo aproximan a su posible maestro, Pío Baroja.

1.2.- El discutido páramo cultural de la posguerra quedó sacudido por Camilo José Cela (1916-2002), nacido en Iria Flavia (La Coruña) de madre angloitaliana, e instalado en Madrid desde sus nueve años. Ligado al S.E.U. y a la Falange, dejó la zona republicana y combatió junto al ejército franquista. Después se apartaría de la España oficial.
Su cuento Marcelo Brito (1941), sobre un infeliz, acusado del asesinato de su esposa -cometido por su suegra- y destrozado por la muerte de un nuevo hijo, preparaba su próxima novela.
La familia de Pascual Duarte (1942), conmociona la cultura española: transcribe las memorias, redactadas en prisión, de Pascual, nacido en Almendralejo (Badajoz) en la miseria más extrema. Sus padres son casi analfabetos -el padre, portugués, sabe leer- y su hermana, Rosario, ejerce la prostitución, protegida por el Estirao. Un hermano subnormal muere ante la indiferencia de la madre. Pascual mata a la perra que le hace sentir culpable. Se casa con Lola, embarazada. Herido por la infidelidad conyugal, apuñala a Zacarías. Lola aborta, cayendo de una yegua a la que Pascual apuñala.
Vive en Madrid y en La Coruña. En el pueblo, asesina al Estirao de quien su mujer espera un hijo. Después de tres años de cárcel, regresa, despreciado por sus paisanos. Su hermana Rosario lo casa con Esperanza, pero el odio hacia la madre provoca un nuevo crimen en 1922. Las notas finales muestran a Pascual libre antes de la Guerra Civil. Después asesinó a Jesús González de la Riva, conde de Benamejía, señorito de Almendralejo, a quien dedica sus memorias. Muere en garrote vil en 1937.
Pascual Duarte mezcla en sus memorias reflexiones morales o religiosas de gran humanidad y ternura, pese a sus escasas luces -posible incongruencia-.
La obra de Cela se consideró tremendista. El tremendismo se definió como una variante del realismo que insistía en lo más sórdido y desagradable de la realidad. Reconocemos huellas de la picaresca española en sus consideraciones morales y del naturalismo decimonónico, aún vivo en el siglo XX. Más confusa resulta su vinculación con el existencialismo europeo: la novela española parece impermeable a las corrientes europeas. En la España de la autarquía, Pascual Duarte no conocería El Extranjero de Camus.
En Pabellón de reposo (1944) escuchamos las voces, generalmente anónimas, de varios enfermos de hemoptisis. Se identifican por el número de sus habitaciones y se expresan en forma de diarios, o pensamientos. Tratan del amor, de la muerte cercana o de temas más generales y poéticos. Algunas animan al autor a que abandone esta novela, que enlaza con el vanguardismo español.
Las Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo de Tormes (1944), en nueve tratados, narra la vida del salmantino Lázaro López, acaso a principios del siglo XX, criado de varios amos: tres músicos, un penitente, unos cómicos vagabundos, un poeta, el judío boticario Roque Sartén -que le proporciona un Lazarillo de Tormes-, una bruja o el ejército español, en que termina esta relación, poco antes de la Guerra Civil.
Recoge varios cuentos en Esas nubes que pasan (1945) y El bonito crimen del carabinero y otros engaños y ofuscaciones (1947).
Su Viaje a la Alcarria (1948) sería posteriormente refundido: desde Guadalajara, el viajero recorre varios pueblos, entre prosas y versos, describiendo paisajes, personajes y detalles de sus poblaciones. El éxito del libro puede radicar en su sencillez y su aire de libertad. El viajero resuelve problemas básicos, como la alimentación, y no es bien recibido en todos los lugares. En su viaje desatacan Brihuega y Sacedón. El relato termina en Zorita de los Canes, cerca de Pastrana. Según su autor, parte del mismo se escribió sobre la marcha.
Publica novelas breves, como El gallego y su cuadrilla y otros apuntes carpetovetónicos (1949).

1.3.- El cuento será uno de los géneros favoritos de la posguerra: a veces es el boceto de una novela posterior; otras, un género autónomo.
Entre nuestros mejores cuentistas triunfó ya antes de la Guerra Tomás Borrás (1891-1976), moralista y religioso. Publicó novelas como Chekas de Madrid (1939).


1.4.- La figura del extremeño Pedro de Lorenzo (1917) fue rescatada en los años 70. Su primera novela, La quinta soledad (1943), conecta con la vanguardia de los años 20. Narra la detención y encarcelamiento de Uno, sus sentimientos en prisión, identificado con Fray Luis, Cervantes o Quevedo; recuerda a Velázquez y funde su celda con la de un monje. Siente la naturaleza con la hiperestesia de un prisionero, aludiendo a la subconsciencia y a un "crepúsculo ultraísta". Reconocemos la huella de Azorín y, acaso, la de Gabriel Miró. Su novela fue un modelo desaprovechado y prohibido por la censura.
Más hermética resulta La sal perdida (1947), apuntes de Emilio Sánchez, proyectado sobre un tal Julio Sánchez. Analiza las relaciones entre literatura y realidad, aludiendo a escritores -José García Nieto-, revistas y otros eventos. La acción es mínima y la obra resulta un ensayo o libro de impresiones, próximo a Pessoa. Estas dos novelas figuran entre los libros de la vocación, primera sección de sus Obras completas.
En la década siguiente narra las tribulaciones de Alonso Mora en Una conciencia de alquiler (1952). Mantiene una prosa lírica y cuidada. En sus Obras completas se incluye en una segunda sección: novelas del descontento.
Una tercera parte de Obras completas recoge ensayos, como Memoria de la tierra y de los muertos. La cuarta parte fue Los adioses.

1.5.- La censura atacó también la primera novela de un gallego vinculado a Falange: Torrente Ballester (1910-1998). Al mes de publicarse, Javier Mariño (1943) desaparece de las librerías.
La extensa narración resultó atrevida: Javier Mariño, en tiempos de la República española, abandona Madrid y a sus amigas, como Eneas Troya por un París marxista, de amor y libertades. Convive con Magdalena, comunista que Javier trae a España entre crisis existenciales.
La censura provocó inútiles cambios en la novela original: Magdalena se suicidaría cuando Javier marchase a Argentina. La obra no apareció hasta las Obras completas (1976) de nuestro autor y se reeditó en 1985.
Una nueva tentativa fue El golpe de Estado de Guadalupe Limón (1946).

1.6.- La Guerra Civil, desde la óptica de los vencedores, inspira novelas como Leoncio Pancorbo (1942), de José María Alfaro (1906), o Legión 1936 (1945), de Pedro García Suárez.
El navarro Rafael García Serrano (1917) sufrió la censura en La fiel infantería (1943), que novelaba "la vida en los frentes". Se critica su escasa acción y sus digresiones patrióticas. El premio "José Antonio Primo de Rivera" no la salvó de parecer inmoral por sus escenas de prostíbulo y de sexo. Apareció, casi completa, en 1964.

1.7.- El abogado barcelonés Ignacio Agustí (1913-1974), colaborador del semanario Destino, editó la novela Los surcos (1942).
Con técnicas decimonónicas, relata la historia de una familia burguesa de Barcelona, desde mediados del siglo XIX: La ceniza fue árbol se inicia con Mariona Rebull (1944).
Joaquín Rius, casado con Mariona Rebull, ambos de poderosas familias catalanas, comprende que su mujer siempre amó a Ernesto Villar. Se ve amenazado por sus obreros y hundido cuando una bomba mata en la ópera a Mariona y a su amante Ernesto.
La historia continúa en El viudo Rius (1945), Desiderio (1957), 19 de Julio (1966) y Guerra civil (1972). "Azorín" consideró a nuestro autor como la gran promesa de la novela española.

1.8.- Difíciles de clasificar entre las novelas de posguerra son obras como Cinco sombras (1947), de Eulalia Galvarriato, finalista del "Premio Nadal", que recayó ese año sobre Un hombre (1947), novela primeriza y barojiana de José María Gironella.
También sorprenden los relatos del gallego Álvaro Cunqueiro (1912-1981), como Historia del caballero Rafael (1939), publicado en la revista Vértice o El caballero, la muerte y el diablo (1945). Parecen retales del modernismo y conectan con leyendas medievales, de reminiscencias becquerianas. Se publicaron en Flores del año mil y pico de ave (1968). Cunquiero volvería a la mitología celta en Merlín y familia (1958) y Las crónicas del Sochantre (1959).
Manuel Halcón publicaría ahora sus primeras novelas.
Álvaro de Laiglesia edita novelas de humor y dirige la revista satírica La Codorniz desde 1941.

1.9.- Carmen Laforet (1921-2004), nacida en Barcelona e instalada en Madrid ganó el Premio Eugenio Nadal de 1944 con su primera novela, Nada, cuyo éxito se coronó con dos versiones cinematográficas.
Nada (1945) narraba en primera persona las impresiones de Andrea, estudiante del primer año de Letras en la Universidad de Barcelona, en casa de su abuela. Descubre oscuras relaciones en su antipática tía Angustias; su tío Juan es un pintor mediocre mantenido por su esposa. El tío Román, músico desequilibrado, fascina a las mujeres, incluyendo a Ena, compañera de Andrea. Los fracasos afectivos hacen que Andrea, tras el suicidio de Román, marche a trabajar en Madrid, lejos de aquel infierno.
Relativamente inspirada en Nada, escribió La isla y los demonios (1952), a la que sigue La mujer nueva (1955) y La insolación (1963).

1.10.- Se consideran epígonos del tremendismo novelas de indudable valor literario, como Nosotros, los muertos (1948) de Manuel Sánchez Camargo, o Nosotros, los leprosos de Luis de Castresana. Un éxito de ventas en esta tendencia fue obra del madrileño Darío Fernández Flórez (1909): Lola, espejo oscuro (1950). Relata la vida de una prostituta -lectora de Nada- y alude a sucesos contemporáneos. El autor publicó más novelas sobre este personaje. Otras obras suyas son Frontera (1953) y Alta costura (1954).

1.11.- En el ambiente cultural de los 40 es significativa la situación del ensayo.
La impresión de erial es inmediata: el periodismo parece mala oratoria, gracias a políticos como Gonzalo Fernández de la Mora, que propone la revolución de lo reaccionario. Otra forma periodística es la de César González-Ruano (1903-1965), o la de los especialistas de la revista Escorial: Dionisio Ridruejo, Ricardo Gullón o José Antonio Maravall.
Encontramos escritos filosóficos: la Historia de la filosofía (1940) de Julián Marías o La filosofía de Eugenio d'Ors (1944) de José Luis López Aranguren (1909), cuya Ética (1958) se reeditó frecuentemente.
En la historia destaca el gerundense Jaime Vicens Vives (1910-1960). Laín Entralgo publicó entonces La generación del 98 (1945).

1.12.- Destaca en el ensayo el latinista vallisoletano, Antonio Tovar (1911-1985), autor de una Vida de Sócrates (1947). Selecciona, entre los testimonios biográficos del filósofo, los de Platón y Jenofonte. Describe Atenas, entre los científicos jonios y los sofistas pragmáticos.
Tovar proseguiría sus estudios con Estudios sobre las primitivas lenguas hispánicas (1949), La lengua vasca (1950), Un libro sobre Platón (1956), etc.
A finales de la década publica Enrique Tierno Galván La influencia de Tácito en los escritores políticos del siglo de oro español (1948). Desde 1955, su Boletín informativo del Seminario de Derecho Político marcará el pensamiento español.

1.13.- Pero lo mejor del ensayo sobrevivía en el exilio, entre discípulos de Ortega, como la malagueña María Zambrano (1904-1991), que defendió la verdadera tradición española en Los intelectuales ante el drama de España (1937), y basó su pensamiento en libros universales, de Platón a Kafka; o españoles, del Cid a Galdós.
El granadino Francisco Ayala (1909) publica un Tratado de sociología (1947) y una Introducción a las ciencias sociales (1952). En su especialidad, presentó el barcelonés Gabriel Ferrater Mora (1912-1991), un Diccionario de Filosofía (1941), posteriormente refundido.

1.14.- Ganó el Premio Nadal de 1947 un joven narrador: Miguel Delibes (Valladolid, 1920), estudiante de Derecho y Comercio y, posteriormente, catedrático de Derecho Mercantil y periodista.
La sombra del ciprés es alargada (1948) novela la vida de Pedro, huérfano estudiante de bachillerato en Ávila, en casa del austero don Mateo Lesmes. La muerte de su compañero, Alfredo, lo lleva a una crisis: ingresa en la Escuela de Náutica para vivir como un misántropo en diversos barcos. La amistad de Julián Royo le hace superarse: se casa con la americana Jane, que muere, embarazada, en accidente. En Ávila, Pedro arroja en la tumba de Alfredo la alianza de Jane.
El camino (1950) repasa la vida de Daniel el Mochuelo, que marchará a estudiar a la ciudad. Daniel evoca a sus amigos: Roque el Moñigo, hijo del herrero, y Germán el Tiñoso, fallecido a causa de su interés por los pájaros. Tras revivir el breve curso de su vida, Daniel teme que su futuro camino no sea el que el Señor le marcaba.

1.15.- Tras publicar algunos cuentos, Ana María Matute (Barcelona, 1926) presenta Los Abel (1948), novela que transcribe unos papeles de esta familia. Valba[nera] refleja en ellos las rarezas de sus hermanos: Juan, religioso; Gus, dirigente obrero y Tavi, militar... Tito morirá bajo los disparos de su hermano Valdo, el primogénito cainita, por un ataque de celos.

1.16.- El tarraconense Sebastián Juan Arbó (1902-1984) ganó el Premio Nadal 1948 con Sobre las piedras grises (1949), historia de Juan Bausá, bondadoso trabajador barcelonés, detenido por cobijar en su casa al terrorista Pedro Muñoz. Su hija, Lisa, se enamora y marcha con él a Argentina. A la muerte de su esposa, Juan adopta como hija a la abandonada Nieleta.
En la década siguiente, nuestro autor publicó Martín de Caretas (1955).

1.17.- José Suárez Carreño (México, 1915) mereció el Premio Nadal de 1949 con Las últimas horas (1950), narración del encuentro, en una taberna madrileña, entre Ángel Aguado, sensible y feo burgués adinerado, su querida, Carmen, casi prostituida por la miseria de su familia, Manolo, golfo callejero, admirador de Carmen, y Amalia la Pelos, enamorada de Manolo. Estos dos proceden del hampa madrileño. Una fiesta propicia la conversación en la que Ángel descubre la igualdad y hermandad de las clases sociales. El alcohol provoca un accidente mortal para Ángel y Carmen. Manolo no sigue las ideas de Ángel: roba su cartera y desaparece.

1.18.- La santanderina Elena Quiroga (1921-1995) obtuvo el Premio Nadal de 1950 con Viento del Norte (1951), novela ambientada en Galicia. El señorito Álvaro ama a Marcelina, sirvienta, hija de una loca. Para concertar el matrimonio, ella se educa en un convento y duda de su amor por Álvaro. Éste es consciente del desprecio de su mujer antes de nacer su primer hijo. La desesperación le hace caer de un caballo. Inválido, Álvaro descubre la infidelidad de Marcelina con el juez Francisco. Admite su culpa y muere cuando Celiña decidía volver al amor de su marido.
La obra parece heredera del tremendismo, de Los pazos de Ulloa, y de Valle-Inclán.
Otras obras de su autora fueron Tristura (1960), Escribo tu nombre (1964) y Presente profundo (1973). En 1983 ingresó en la R.A.E.
2.- LA PROSA EN EL EXILIO

2.1.- El novelista más popular de los exiliados españoles fue Ramón J. Sender (Huesca, 1902-1982).
A su producción anterior a la Guerra, añade ahora sus mejores páginas: Crónica del alba (1942), autobiografía en que el narrador aparece como José Garcés, fallecido en el campo de concentración de Argelés en 1939. A sus diez años, describe las tensas relaciones con su padre, la pasión por su novia Valentina, sus estudios difíciles pero exitosos y sus aventureras vacaciones en Navarra, donde se siente par de Sancho Garcés...
Seguidamente, publica Sender Epitalamio del prieto Trinidad (1942) y El rey y la reina (1949).
La Crónica del alba se prolongó con otras novelas entre 1965 y 1966.

2.2.- Rosa Chacel (1898-1994) publica las Memorias de Leticia Valle (1945), impresiones de una niña sensible de unos diez años, educada en Simancas por un padre excéntrico, junto a doña Luisa. Una penosa acción de don Daniel, marido de ésta, destroza su vida: nunca sentirá el amor. Su padre, intuimos, desaparece tras enfrentarse al agresor. Sus parientes recogen a una Leticia hundida.

2.3.- El madrileño Arturo Barea (1897-1957), escribió durante la Guerra Civil Valor y miedo (1937).
Su vida se difunde desde Londres en La forja de un rebelde (1941-46), en inglés, y vertida al castellano en 1951.
Su primera sección, La forja, narra la infancia de Arturo, huérfano apegado a su madre, desengañado de la religión, empleado de Banco y capaz de renunciar a su puesto por dignidad.
Un segundo libro, La ruta relata su experiencia en África como sargento en la guerra contra Marruecos. Propone la retirada de las tropas españolas, tras el desastre de Annual. Retrata la crueldad de Millán Astray, Franco o Primo de Rivera. Un matrimonio poco entusiasmado cierra esta etapa.
El tercer libro, La llama, narra el sitio de Madrid. Barea abandona su oficina y se vincula a la U.G.T. y a la República. Sufre los abusos de los milicianos y de las Brigadas Internacionales. Trabaja en la censura de prensa y radio. Desencantado de gentes como Hemingway o Dos Passos, ve morir en Valencia al marido de Ilsa, con quien se casa en Barcelona. Pasan a Francia, amenazada ya por los nazis. Entonces, el matrimonio -Arturo ya redactó el primer libro de esta obra- marcha a Inglaterra.

2.4.- Obra magnífica será la del parisino Max Aub (1903-1972).
El laberinto mágico es un reportaje novelado de la Guerra Civil. Su primer tomo, Campo cerrado (México, 1943), se centra en los años veinte y en Rafael López Serrador, aprendiz en Castellón y en Barcelona. Conoce anarquistas y comunistas de ideas disparatadas y colabora con los señoritos de Falange. En la guerra, se hace republicano. Barcelona en llamas cree haber vencido a los fascistas. Un esquemático epílogo de esta "verídica y nada divertida galería" sitúa la muerte de Rafael ocho días después de concluir la acción del libro.
Comienza Campo abierto (1951) en Valencia, entre víctimas ejemplares: republicanos traicionados, fascistas aterrorizados y españoles que sacrifican amigos o familiares. Una segunda parte refleja la resistencia de Madrid: Vicente y Asunción se reúnen cuando ella representa la Numancia. Cuartero y Riquelme, intelectuales republicanos, comentan: "-Entonces, vivimos en un laberinto mágico / -Limitados por nuestros cinco sentidos." Las Brigadas Internacionales cierran la obra.
La primera parte de Campo de sangre (1945) muestra en Barcelona -entre el 31 de Diciembre de 1937 y el 1 de Enero de 1938- a Teresa Guerrero, Paulino Cuartero, Rivadavia, el médico Julián Templado, Herrera y otros intelectuales. Una segunda parte narra, desde Teruel, la próxima derrota de los republicanos entre simpáticos personajes, como el profesor de literatura y capitán Juan Fajardo, y el archivero don Leandro, para quien los españoles son árabes. Una última sección narra el bombardeo de Barcelona y las delaciones y fusilamientos de personajes como Julián Templado.
Campo francés (1965) es una novela dialogada o teatral centrada en París, en campos de concentración franceses, entre 1939 y 1940.
Campo del moro (1963), ambientada entre el 9 y el 13 de Enero de 1939, prepara el final de la serie.
Campo de los almendros (1968), nos lleva a Alicante, en Marzo de 1939, cuando la suerte de los republicanos está decidida. Evacuar es casi la única esperanza. No lo harán Vicente y Asunción, reunidos tras una búsqueda azarosa. Entre los comentarios se alude a la literatura y religión española o a la condición judía. En unas páginas azules el autor explica la necesidad de escribir, más allá de experimentalismos ni teorías. Los republicanos sentirán pronto la represión en fusilamientos masivos.
Años antes publicó Max Aub La calle de Valverde (1961), prólogo a El laberinto mágico. Recordaba el Madrid de 1926 según el esquema de los Campos: selecciona las vidas de Marga y Joaquín Dabella, que, reconciliados, abandonan Madrid, la del pintor Daniel Miralles... Desfilan tiranos, como Primo de Rivera, y tertulianos, como Valle-Inclán, Lorca o Max Aub.
Otras narraciones de Max Aub son Las buenas intenciones (1954), Crímenes ejemplares (1957), reportaje de las cárceles mexicanas, plagado de humor negro, Jusep Torres Campanals (1958), La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco y otros cuentos (1960) o Juego de cartas (1964).

2.5.- También en México se refugió Manuel Andújar (1913), autor de Cristal herido (1945).
Su trilogía Vísperas se abre con Llanura (1947), historia de una familia instalada en La Mancha. Asesinado el padre por los caciques locales, defiende a la familia la madre, Gabriela, hasta que el primogénito, Benito, la releve. Cuando la situación parece mejorar, el asesinato del alcalde hace que Benito abandone Las Encinas.
La alternancia de párrafos en primera y tercera persona ameniza el relato y su tiempo lento le confiere un lirismo notable.
La trilogía continúa con El vencido (1949), sobre el mundo de los mineros, y termina con El destino de Lázaro (1959), centrado en el mar.
Otra trilogía suya fue Historias de una historia (1973 y 1986).
Manuel Andújar refleja en sus novelas los años anteriores a la Guerra Civil en distintos lugares de España.
Entre los autores más estimados actualmente brilla Paulino Masip, autor de El diario de Hamlet García (1944), novela autobiográfica donde un galdosiano profesor de filosofía asimila las circunstancias de la Guerra.

TREMENDISMO
El tremendismo es una estética literaria que se desarrolla, fundamentalmente, en la novela española de los años cuarenta del siglo XX; se caracteriza por una especial crudeza en la presentación de la trama (recurrencia de situaciones violentas), el tratamiento de los personajes (habitualmente, seres marginados, con defectos físicos o psíquicos, prostitutas, criminales, etc.) y en el lenguaje, desgarrado y duro. La relación entre esta tendencia y el contexto social de la inmediata posguerra es clara, pues parece responder a las complicadas experiencias vividas por los autores durante la guerra, la cual habría condicionado su manera de ver y presentar la realidad en el mundo artístico. El tremendismo es una forma particular de describir la realidad bajo la óptica de la exageración, utilizada a veces para crear en terceros la idea de que una tragedia es inminente, con el fin oculto de inducir a una determinada decisión, que se hace ver como la única capaz de evitar el suceso nefasto.
La novela con que se inició el estilo fue La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela. Otras novelas representativas son La fiel infantería (1944) de García Serrano, Lola, espejo oscuro (1951) de Fernández Flórez, etc.
La crítica ha puesto en evidencia la relación de continuidad de esta estética con una larga tradición que enlaza con la poesía satírica del siglo XV, La Celestina, la picaresca, Quevedo, Baroja, Valle-Inclán, Solana, etc.
También en poesía se utilizó la etiqueta para calificar a la nueva tendencia rehumanizadora de la revista Espadaña, frente al clasicismo garcilasista imperante en la posguerra.
El término fue aplicado por críticos como Zubiarre, Vázquez Zamora y otros, y se refiere al mismo concepto que engloban otros términos como realismo naturalista o miserabilismo.


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